El Miedo
Dicen los psicologos que, hacia los ochos meses de vida, el bebé empieza a sentir lo que es el miedo. La ilusión de realidad idílica se diluye, ya no somos lo invencibles que creíamos ser y despierta en nosotros la conciencia de desprotección y fragilidad.
📼 El cine de terror se plantea como ningún otro la difilcutad de representar lo irrepresentable. Hacer visible lo invisible en su mayor reto. Excavar en las ruinas de la oscuridad, explorar más allá de los límites del fuera de campo, mirar de frente lo que nuestra razón nos impediía imaginar: todo ello forma parte del libro de instrucciones oficioso de un género tan viejo y fértil como el propio cine. Un género que, por tanto, se mueve entre etremos opuestos, desde la exhibición grotesca del "grand guignol" hasta la ocultación minimalista u sugestiva de un Jacques Toruneur. U género que se planteaba, más que ningún otro, la vinculación emocional que estabablece el espectador con las imágenes que está viendo y que se pregunta a menudo por su naturaleza moral. En este sentido, se ha hablado mucho acerca del papel de la violencia explícita en algunas películas de terror, olvidando que el "gore" hace de esa obviedad, de ese culto al primer plano del horror, su más llamativa marca de esa fábrica, Películas como "Bahía de sangre" ["Ecología del delítto" 1973, Mario Bava], "Viernes 13" [Friday the 13th, 1980, Sean S. Cunningham] o "Braindead" [1992, Peter Jackson] -y, en otro orden de cosas "La mosca" ["The fly", 1986, David Cronenberg]- articulan un discruso sobre cine como arte hiperrealista utilizando la máxima expresión del artificio: los efectos espciales.
Quizá las mas angustiosas películas de terror son las que nos reservan el protagonismo, las que convierten el horror en una experiencia subjetiva en la que es difícil entre alucinación y realidad. En este género, la cámara subjetiva significa a menudo la mirada de la amenaza: por ejemplo, en todos los "psychotrillers" sustituye al asesino haciendonos complices de su escondite y, al mismo tiempo, obligandonos a empatizar con la víctima. Incluso en películas como "El silencio de los corderos" ["The silence of the lambs" 1991, Jonathan Demme] se juega a alternar la subjetividad con un contraplano que no le pertenece, falseando la realidad fílmica para introducirnos en la trampa en la que caerá la protagonista, una Clarice Starling (Jodie Foster) que, indefensa, se enfrentará a Buffalo Bill sin más protección que su intuición y su valor de Madre Coraje. Pero ¿Qué ocurre cuando nosotros somos víctimas y verdugo, cuando nuestra visión distorsionada de las cosas se transforma en el punto de vista que dirige la ficción? ¿Hay algo más temible que volverse loco? Para el que esto suscribe es difícil recordar una película más terrorífica que "Repulsión" ["Repulsion, 1965"] de Roman Polanski: a medida que Carol [Catherine Deneuve] se interna en un universo de paredes resquebrajadas, conejos podridos y sexualidad reprimida, el director de "El quimérico inquilino" ["Le locataire", 1976] nos convierte en ella, en su mirada dislocada sobre una realidad que ha dejado de ser segura pero que no pertenece a lo sobrenatural. Es aquó donde películas como la de Polanski, "El fotógrafo del pánico" ["Peeping Tom" 1960, Mikel Powell], "Psicosis" ["Psycho" 1960, Alfred Hitcock] o "Henry , retrato de un asesino"[Henry Portrait of a serial killer" 1986, John McNaughton] demuestran su poder subversivo y su capacidad para reflexionar sobre la naturaleza del miedo. Todo ocurre a ras del suelo, sin buscar excusas. Nosotros somos la encarnación de los terrores más profundos.
Salio de la nada, como los buenos fantasmas, Y a pesar de lo discutible de sus plateamientos-estructurar sus películas en función de una trampa final que les otorga sentido-, M.Night Shyamalan [Pondicherry, India, 1960] ha acuñado un peculiar estilo que pone en entredicho las normas gramaticales del cine de terror deHollywood. Alérgico a enseñar más de lo que nuestra imaginación necesita para asustarse, este admirador de Spielberg parece la reencarnación apocalíptica de Jacques Tourneur. En sus mejores momentos, "Señales"[Signs", 2002], la cadencia narrativa de sus películas se desliza sobre la retina del espectador creando una inquietud abstracta, casi conceptual, En sus obras menos conseguidas, "El sexto sentido" ["The sisth sense", 1999] y "El pueblo" ["The village!, 2004], dinamita la atmósfera de extrañamiento que ha logrado desde la puesta en escena con una conclusión tan ridícula como excéntrica.
A ello podríamos añadir una larga lista de películas de terror que se toman su tiempo para dejar la marca de su autor, que delatan que el sentimiento de pánico es, simplemente, uno más de los ingredientes de una ficción que siempre acaba refiriéndose a sí misma. Ya no hablamos sólo del infinito juego de muñecas rusas concebido por Wes Craven en sala "Scream", sino también, por ejemplo, de la secuencia del rebobinado de "Funny Games"[1997, Michael Haneke], en la que uno de los asesinos, que ha establecido una cierata complicidad con el espectador. Es difícil encontrar en el cine moderno una película que maltrate y manipule con tanta perversidad los deseos de conciliación del público. Los deseos, en fin, de represión del caos.
Según el especialista Robin Wood, "se puede decir que el verdadero tema del género de terror es la lucha por el reconocimiento de todo aquello que nuestra civilización reprime u oprime". Aunque la lectura de Wood es en exceso ideológica, está claro que el cine de terrror fotografía con precisión el momento en que el mal quiere librarse de la opresión del Bien. En este sentido, tal vez sea el mito del doctor Jekyll y mister Hyde, tan ejmeplarmente adaptado al cine de Rouben Mamoulian en "El hombre y el monstruo"[Dr. Jekyll and Mr.Hyde" 1931] y por Roy Ward Baker en "El doctor Jekyll su hermana Hyde" ["Dr. Jekyll and sister Hyde" 1971] el que mejor ilustre esta batalla, siempre en el epicentro del género. En la película de Mamoulian, la metamorfósis de Jekyll en Hyde se muestra en cámara subjetiva, ilustrando lo que apuntábamos anteriormente: el origen del cine de terror está en el conflicto entre nuestros instintos más oscuros los más luminosos...
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